Los efectos provocados sobre la agricultura andaluza por las desamortizaciones del siglo XIX y la plena liberalización del mercado capitalista de la tierra fueron determinantes para la configuración del específico modelo de conflictividad agraria que comenzó a prevalecer desde comienzos del siglo XX. Dicho modelo se asentó sobre la construcción simbólica y discursiva de dos grandes conceptos altamente mitificados: el de la reforma agraria como solución indispensable para acabar con el latifundismo y el caciquismo, y el de clase jornalera, como portadora esencial de unos valores morales asociados al colectivismo y al igualitarismo.
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