El territorio y los paisajes, dicotómicamente presentados en el imaginario colectivo como lo geológico y lo sensorial, son elementos definidores de las identidades, las poblaciones y de las propias percepciones sociales de los entornos que configuran el devenir diario de las culturas, las economías y las estructuras sociales de las congregaciones humanas, por lo que se conforman como una parte primordial del patrimonio emocional y cultural de las sociedades rurales y urbanas; y necesitan de una especial atención tanto en su estudio antropológico, económico, social y patrimonial, como en las posteriores medidas de valoración, preservación y conservación.
La arquitectura vernácula, brazo angular de los paisajes rurales como patrimonio heredado y heredable, es otro de estos aspectos a los que se debe prestar especial atención de manera interrelacional en estos estudios, ya que han determinado la cotidianeidad histórica y emocional de los diversos municipios y poblaciones
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