Durante siglos se libró una misteriosa batalla, no con armas ni escudos, sino con pluma y tinta. Entre líneas manuscritas se lidiaban prejuicios firmemente asentados y la necesidad de cuestionarlos. Para tomar parte se requería valor, inteligencia, vastos conocimientos y gran juicio. Lo que nadie puede negar, es que, a pesar de la desventaja de ella, de las mujeres, ninguno de los bandos careció de capacidad y erudición para librarla.
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