El análisis de Héctor Hoyos se aproxima al arte de provocación de Vallejo como un espectáculo que subvierte la estructura afectiva del melodrama. En el presente artículo, Hoyos propone que tanto en La Virgen de los sicarios como en La puta de babilonia la voz de Vallejo, más allá de buscar simplemente escandalizar a su público, aprovecha sobre todo la oportunidad para insertarse en la coyuntura de la reproducción mediática, del espectáculo melodramático montado en torno a los íconos de Pablo Escobar y Juan Pablo II. El malditismo paródico de Vallejo es para Hoyos tardío y espectacular y está sostenido por el melodrama, un melodrama de fetichismos, reducciones y lugares comunes que -en medio de rancheras, tangos, villanos y brillantes corazones rojos- Vallejo busca trastornar desde adentro.
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