El consenso nacional que vive Brasil en cuanto a las políticas básicas de Estado confiere al país una estabilidad institucional, jurídica y económica que es la garantía de las perspectivas positivas para el desarrollo del país en las próximas décadas.
Esa estabilidad representa, junto al enorme potencial consumidor del mercado brasileño, el principal estímulo para las inversiones extranjeras directas que el país viene recibiendo en gran volumen en la última década, hasta situarlo como el tercer país receptor en el mundo en 2012.
Las empresas españolas han tenido una importante participación en estas inversiones –España es la segunda mayor fuente de IED en Brasil–. Aun así, queda mucho espacio para que esa relación bilateral económica y comercial, que se ha revelado mutuamente beneficiosa, crezca.
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