Si hoy la democracia constituye el tipo de régimen político deseable, la historia del triunfo de ese ideal es indesligable de la vaguedad de su definición y de las resistencias que se le opusieron. A través de una reconstrucción de los usos del término, Pierre Rosanvallon se interroga acerca de las razones de la discordancia entre el carácter relativamente tardío del uso de la palabra democracia para designar el régimen de la soberanía del pueblo —incluso entre sus partidarios más declarados—, y la mucho más antigua formulación y reconocimiento del principio de esa soberanía popular. Este desfase entre la afirmación de la necesaria autoinstitución de lo social, que fundamenta a partir del siglo XVII las distintas teorías del contrato social, y el uso de la palabra democracia, es motivo de una aguda reflexión por parte del autor acerca de la naturaleza de la democracia.
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