Todas las condiciones para el imperialismo están dadas, pero tanto la oferta como la demanda de imperialismo se han secado. Pero todavía los débiles necesitan a los fuertes, y los fuertes aun necesitan un mundo ordenado. Un mundo eficiente y bien ordenado en el que exporten estabilidad y libertad, y que este abierto a la inversión y al crecimiento, todo lo cual parece eminentemente deseable. Lo que necesita, entonces, es una nueva clase de imperialismo, uno que sea aceptable para un mundo de derechos humanos y valores cosmopolitas. Podemos desde ya percibir sus perfiles: un imperialismo que, como todo imperialismo, ayude a traer orden y organización pero que descanse sobre el principio voluntario.
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