Juan Luis Blázquez Arroyo, María Belén Peláez Pezzi
En los últimos años se han realizado numerosos estudios, con diferentes enfoques, cuyo objetivo es conocer las bases neurales de nuestra conducta social y moral. Las nuevas aportaciones muestran que la moralidad tiene ciertos componentes innatos, que serían comunes a todos los humanos, mientras que otros son adquiridos (se aprenden y se graban en el cerebro), y específicos de cada cultura. Los estudios neurocientíficos han puesto de manifiesto que ciertas regiones cerebrales, particularmente de la corteza prefrontal, son esenciales para la conducta moral, pues los individuos lesionados en estos territorios evidencian déficits muy severos en las desiciones morales. Además, en los últimos años, basándose en la clínica neurológica y en las técnicas de neuroimagen funcional, los neurocientíficos han podido analizar los mecanismos neurales que están en la base de la conducta moral. De los datos obtenidos se desprende que muchas de las estructuras emocionales del cerebro, cuya función primigenia sería facilitarnos la vida en sociedad, tienen un papel esencial en el juicio y en la conducta moral, generando intuiciones rápidas de lo que está bien y mal. Dicho sistema trabajaría de manera integrada junto con el sistema responsable de la deliberación consciente, al objeto de resolver los dilemas más complejos o ambiguos.
In recent years there have been numerous studies, with different approaches, whose goal is to understand the neural basis of our social and moral behavior. New findings show that morality has certain innate components, that would be common to all human beings, while others are acquired (learned and recorded in the brain) and culturally specific.Neuroscientific studies have shown that some brain regions, particularly in the prefrontal cortex, are essential to moral behavior, as individuals injured in these territories show serious deficits in moral decisions. Moreover, in the last years, based on clinical neurology and functional neuroimaging, neuroscientists have been able to analyze the neural mechanisms that underlie moral behavior. The data obtained suggests that many of the emotional brain structures whose primary function would be to make easier our social life, have an essential role in judgment and moral behavior, generating quick intuitions of what is right and wrong. Such a system would work integrated with the system responsible for conscious deliberation in order to solve the most complex or ambiguous dilemmas.
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