Pues sí, por increíble que parezca, tal heroicidad ocurrió por primera vez en 1925, de la mano de Victor Lustig, un ávido personaje nacido en 1890 en el Imperio austrohúngaro, donde hoy situamos la República Checa. Es, para muchos, el rey de los estafadores del siglo XX y uno de los más grandes de la historia.
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