Se trató de un varón de 43 años que acudió a consulta por lesiones asintomáticas en los dedos de los pies de un año de evolución, mismas que le causaban un importante impacto psicológico. El paciente era portador del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y del virus de la hepatitis C (VHC) desde hacía 20 años, secundario a inyección de drogas por vía parenteral. Negaba consumo de drogas al momento del interrogatorio y seguía únicamente tratamiento con metadona y alprazolam, pese a haber sido pautada terapia antirretroviral por el servicio de enfermedades infecciosas.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados