El autor describe ampliamente la repercusión de la arteritis de células gigantes en todo el organismo, haciendo un énfasis más extenso en las complicaciones oculares. Basándose en el aspecto histológico y la variedad en la localización de las lesiones inflamatorias arteriales, considera acertada la idea de designar la entidad con el nombre de "arteritis de células gigantes" o enfermedad de Horton, y no de arteritis temporal o síndrome de la arteria temporal, con el cual sólo se acusa una localización determinada. Manifiesta, asimismo, y con el consiguiente apoyo anatomopatológico, la motivación que justifica la inclusión de la enfermedad entre las colagenosis por parte de algunos autores y concluye afirmando en el proceso autoinmunitario del cuadro, debido a la ausencia de virus, hongos, parásitos, bacterias, etc., y abundando la heroicidad del tratamiento, para cuya finalidad solamente es eficaz la corticoterapia exclusivamente.
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