Una nueva lógica se abre paso en la política social de las clases dominantes. Su soberbia refleja una nueva correlación de fuerzas, según la cual una mayoría del pueblo debe servir a la concentración de la riqueza de algunos grupos económicos. El nuevo pensamiento de la derecha posmoderna retoma la idea del servilismo. Países, regiones y sectores sociales deben sacrificarse para entrar en el único camino que no ha sido marcado a fuerza de consenso, sino de represión.
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