Lo anunciaron en pleno arranque de la campaña electoral, el pasado mes de octubre. Y vuelven a insistir ahora, nada más constituirse las Cortes: la Comisión Europea será inflexible con España a la hora de cumplir con el déficit. Un compromiso que hipotecará al próximo inquilino de La Moncloa obligándolo a efectuar nuevos recortes, que podrían alcanzar los 10.000 millones de euros. Pero no todos en Bruselas están a favor de esta política de mano dura. Nombres como los de Dijsselbloem o el propio Moscovici son las cabezas visibles de un pujante sector de halcones que apuestan por la ortodoxia y por acabar con las tentaciones de flexibilización encarnadas por Juncker, de la que países como Francia o Italia se han beneficiado.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados