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La realeza aqueménida: ¿reyes o dioses?

    1. [1] CEIPAC-UB
  • Localización: Arys: Antigüedad: religiones y sociedades, ISSN-e 1575-166X, Nº. 12, 2014 (Ejemplar dedicado a: Reyes y dioses: la realeza divina en las sociedades antiguas), págs. 129-158
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • español

      Los títulos y cualidades morales del Gran Rey de Persia, los rasgos de la rea­leza aqueménida, nos revelan que nos hallamos frente a un monarca absoluto que gobernaba un gran imperio, un so­berano par excellence. Títulos absolu­tos e hiperbólicos como “Rey de reyes”, “Gran Rey”, “Rey de los países”, “Rey de los países que contienen todas las razas”, “Rey de esta gran tierra”, “Rey del Uni­verso o de los cuatro extremos de la tie­rra”, su deber como rey guerrero de paz y de justicia (ap. dāta-), de defender la verdad (ap. ṛta-) y disipar la mentira (ap. drauga-), de garantizar el orden de la sociedad civil frente al caos, entre otros, nos inclinan a pensar que nos hallamos frente a un soberano divino, frente a un rey y un dios a la vez, ante un dios entre los hombres. Sería, no obstante, erróneo considerar que las cualidades del Gran Rey y algunos de los gestos y deferencias rituales de la realeza aqueménida y del protocolo real, en especial la proskýnesis, nos permitan defender que nos encon­tramos frente a un soberano divino. El Gran Rey de Persia no fue un rey y un dios, sino únicamente un monarca que gobernaba con el apoyo y por la gracia de dios, el dios supremo Ahura Mazda, el Sabio Señor, a saber, un mediador entre los dioses y los hombres.

    • English

      The titles and moral qualities of the Great King of Persia along with the features of the Achaemenid kingship, reveal the King to be an absolute ru­ler of a great empire, a sovereign par excellence. Absolute and hyperbolic titles such as “King of Kings”, “Great King”, “King of Countries”, “King of the Countries Containing All Races”, “King on this Great Earth”, “King of the Universe and King of the Four Quarters of the World”, his duties as a King warrior of peace and justice (OP. dāta-) to defend the truth (OP. ṛta-) and dispel the lie (OP. drauga-), the social and civic order opposite to chaos, among others, lead us to believe that we find ourselves face to face with a god-king, both a king and a god, a god among men. However, it would be a mistake to believe that, because of the Great King’s qualities, some of the gestures and ritual deferences of the Achaemenid kingship and royal protocol, especially the proskýnesis, the King can be claimed to be a god-king. The Achaemenid Great King was not a god-king, but a King who could rule thanks to god’s support, for the grace of god, the supreme god Ahura Mazda, the Wise Lord, that is to say, an inter­mediary between gods and men.


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