Tras acabar la guerra de independencia (1898), la agro-manufactura azucarera de Cuba, además de recuperarse de ella, proseguía el ajuste de un fuerte cambio tecnológico experimentando desde finales del siglo xix. La razón de ese cambio fue la competencia, pero el modo en que se hizo respondió a factores específicos: la dotación relativa de insumos, la abolición de la esclavitud, el efecto acelerante que tuvo en él dicha guerra y un tratado comercial con EEUU, que ocupaban entonces la isla, explican que se dotasen de capacidades insólitas en el mundo para afrontar el crecimiento de su oferta que permitía el mercado norteamericano maximizando su eficiencia. Como el ingenio es una tecnología de proceso continuo en la que cualquier modificación acarrea problemas organizativos, tales condiciones otorgaron una importancia aun mayor al ajuste, pues rentabilizar las innovaciones dependió de su acoplamiento. El tema solo se había estudiado por sus resultados finales, que fueron exitosos, pero se desconocían sus pormenores, que es los que el presente artículo propone analizar.
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