La novela costarricense se inicia en el siglo xx, amparada a un marcado realismo literario. Desde entonces, ese fue el canon literario constructor de nuestra noción de identidad. Casi un siglo después, en 1980, se inicia un proceso de ruptura: aparición de nuevos tópicos y formas literarias, propios de los movimientos de vanguardia. Este acercamiento a la narrativa de Rafael Ángel Herra, uno de los iniciadores de estos movimientos de vanguardia, implica un análisis de los temas y formas en que paulatinamente inicia su alejamiento del género realista, y construye, gracias a recursos fantásticos, maravillosos y fabulescos, y a un uso erudito de la intertextualidad como principio creador, la figura de un monstruo que se aleja de sus antecedentes realistas y se incorpora con holgura en la literatura postmoderna.
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