En una sociedad rodeada constantemente por eventos narrativos, el teatro de narración no solo es la continuación del actor solista rastreable en la tradición oral y folclórica, sino que debe verse dentro de una cartografía mucho más compleja y contradictoria. Una amplia visión del movimiento debe considerar necesariamente la disolución del primado del texto en la crisis de la representación, la minimización de la figura director, la búsqueda de un nuevo estatuto actoral, la importancia de la autorreflexividad o el ahorro en el montaje. En este sentido, el presente texto pretende centrar algunos elementos clave en la comprensión del fenómeno en profundidad al tiempo que señalar algunos antecedentes que no deben dejarse de lado.
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