Desde hace años, afortunadamente, el mundo occidental ha ganado en sensibilidad social y se ha despertado entre las generaciones jóvenes un sentido de solidaridad hacia los más necesitados. Son numerosas las ONG surgidas en países desarrollados con proyectos destinados a resolver carencias fundamentales de la persona o, al menos, aliviar algunas situaciones indignas. Antes, el espíritu misionero y cristiano ya había promovido estupendas labores asistenciales y educativas, impulsado por la caridad evangélica. Como no podía ser de otra manera, el cine se ha hecho eco de muchas de estas iniciativas, consciente de ser espejo de la realidad, altavoz de las injusticias cometidas o consentidas, y también de encontrar en los dramas visitados un suculento filón de buenas historias que puedan interesar y atraer al espectador.
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