Tratar de Ingmar Bergman desde el punto de vista de la Filosofía les podrá parecer a algunos –con mentalidad quizás poco filosófica– una pretensión exagerada. A otros –quizás con más horas de reflexión, pero no tan familiarizados con el cineasta sueco– una ocurrencia forzada. Finalmente, confío en que a muchos otros –entre los que me cuento– se sentirán cómodos con los pensamientos que fluyen de manera natural y espontánea de la contemplación de las imágenes que Bergman sabe elaborar y presentar ante sus espectadores.
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