Londres parece tener ‘cogida por el cuello’ a Bruselas, que se apresta a ceder a las exigencias de David Cameron para hacer trizas el sueño de la unión política continental. La incomprensible gestión de la crisis de los refugiados, los años de depresión económica, el pánico a los atentados terroristas y el renacimiento de los nacionalismos y la xenofobia amenazan con dejar en los huesos lo que un día surgió como un proyecto solidario e ilusionante, referente de la democracia y los valores de los derechos humanos en el mundo.
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