Este artículo transcribe el informe enviado por monseñor Rossell y Arellano, arzobispo de Guatemala, a la Santa Sede en febrero de 1956, precedido de un análisis de la situación que lo origino: el enfrentamiento público del arzobispo con monseñor Verolino, el nuncio apostólico, para analizar de este modo la situación de una iglesia que iniciaba un claro proceso de desarrollo marcado por la entrada masiva de clero y capital extranjero y el entendimiento con el gobierno, por primera vez desde la revolución liberal de 1871.
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