En el año 1804 fallece un vecino de Monumenta de Sayago (Zamora). Ante la negativa del párroco a enterrarlo en la iglesia parroquial porque no cumplía los sacramentos, los alcaldes del lugar deciden dar sepultura al cadáver en la cocina de su propia casa. La noticia llega al corregidor de Zamora, el cual eleva los autos practicados a la sala del crimen de la Audiencia y Chancillería de Valladolid para que determine. Aprovechando las posibilidades narrativas que ofrece el lenguaje literario de las probanzas judiciales contenidas en los pleitos criminales que conserva el Archivo de la Real la Chancillería de Valladolid, hemos querido que sean los propios personajes quienes nos hablen de esa violencia subyacente que ejercen los poderosos de fuero y privilegio para controlar las mentalidades, la religiosidad, la vida y la muerte, de una pequeña comunidad a finales del Antiguo Régimen.
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