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Resumen de "No he tocado la política por miedo a enfrentarme a la desesperación humana": Tarantino

Paz Mata

  • Su pasión, o mejor dicho, su obsesión por el cine es de sobra conocida. Su mente parece un proyector de cine que nunca deja de funcionar. Cuando va a las salas, dice sentarse siempre en la fila cuatro, desde donde puede ver toda la pantalla sin distracciones que le hagan apartar los ojos de la película. Su intención es sumergirse de lleno en la historia y en las imágenes que tiene delante. Cuando regresa a casa, suele ver, en su sala de proyecciones privada, su segundo y tercer filme del día. Una afición que le viene de la infancia, cuando a los cuatro años entró por primera vez en un cine. Quentin Tarantino creció en la oscuridad de una sala de cine, en ella se empapó de sangrientos samuráis, cuerpos diseccionados, carreras de coches, calles solitarias, hombres vestidos de negro y sedientos de venganza, zombis, chulos, novias ensangrentadas, disparos y ‘gore’ por doquier. Tarantino vivía y respiraba el séptimo arte. Por eso, el paso natural era hacer un homenaje a esas películas que alimentaron su imaginación y que le llevarían a ganarse la vida como cineasta.


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