Patxi López ha adquirido un protagonismo insólito como presidente del Congreso.
Porque las circunstancias son asimismo insólitas, pero también porque su interpretación del Reglamento y del papel institucional que le corresponde ha generado todo tipo de reacciones. Quien fuera el único jefe de Ejecutivo autonómico en lograr el acuerdo PSOE-PP se ve obligado a retratarse en medio de un escenario de incertidumbre política y ante la negativa del Gobierno en funciones a someterse al control parlamentario. Y eso está levantando ampollas. Aunque sigue gozando de una buena valoración en términos generales, ya se ha granjeado algunos enemigos. La más cercana se sienta justo detrás de él.
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