En Cuba, hace tres décadas, la pasión de conocer la entraña del socialismo, con el paso de los días, se convirtió en infausta frustración, por intentar una leve crítica.
Fue aleccionador, eso sí �con lo bueno y lo malo-- vivir tres meses en La Habana� donde me convertí, como periodista extranjero, en una víctima más del régimen castrista --dictadura perfecta de la sinrazón--.
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