Podría asumirse –aunque de manera inicial y embrionaria- que el trabajo social ha sido la primera disciplina científica que ha identificado la comunidad como un ámbito de intervención; al mismo tiempo en que identificaba otros dos ámbitos: el individual y el grupal. El hecho de que a lo largo del tiempo –por diferentes motivos que no vamos a analizar ahora- la praxis del trabajo social se haya cristalizado casi exclusivamente en el ámbito individual (al mismo tiempo que en la dimensión asistencial, más que en la promocional y preventiva) no elimina ni puede hacer olvidar que este ámbito forma parte de su aportación al conjunto de las ciencias humanas y sociales.
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