En 1948 mientras el etnobotánico de Harvard Richard Evans Schultes recorría el Guainía se encontró con la misionera estadounidense Sophie Muller, integrante de la organización protestante Nuevas Tribus, quien intentó convencerle de la necesidad de cambiar la tarea de estudiar las plantas sagradas por la de salvar las almas de los indígenas [Davis, 2001, pág. 484]. Este fue el segundo encuentro entre Muller y Schultes. Ella había llegado a Buenaventura en 1944, y poco después contactó a Katherine Morgan, una médica misionera residente en Pasto, integrante de la Christian and Missionary Alliance [Restrepo y Álvarez, 1943, pág. 234]. Seis meses más tarde, cuando el nivel de español de Sophie había mejorado, continuó su viaje. Morgan le explicó los riesgos de viajar sola y le sugirió que contactara a unos misioneros en Puerto Leguízamo para averiguar sobre algún pueblo indígena que no conociera la palabra de Dios. Una vez allí, tras indagaciones infructuosas, los misioneros le sugirieron ir a Leticia, donde tuvo lugar el primer encuentro con Schultes. Él le recomendó ir al Vaupés, donde existían varias tribus visitadas solo esporádicamente por algunos sacerdotes.Antes de dirigirse allí, Muller fue a Bogotá, y con ayuda de Pat Symes, el director de la Cruzada Mundial de Evangelización, tramitó una visa permanente. Luego Muller voló a Mitú. Symes le avisó de la llegada de Sophie a Wesley Driver y a su esposa, pareja que estaba catequizando a los cubeos en las riberas del río Cuduyari. Los Wesley le informaron a Sophie sobre la presencia de caucheros en la zona y sobre los curripacos. Le ayudaron a conseguir una canoa y dos indígenas cubeos que la acompañaran en el viaje por el río Isana, hasta la localidad de Sejal, base de sus futuros trabajos [Cabrera, 2007, págs. 108-109]. Paradójicamente, Schultes, quien valoraba los conocimientos sobre las plantas sagradas de los nativos (yopo, tabaco, yagé y coca) y colectaba especímenes registrando con detalle su uso para la curación de enfermedades y la transmisión de conocimientos simbólicos, fue quien le recomendó a la misionera que se encaminara hacia el Vaupés, donde ella adelantó una agresiva campaña contra los rituales asociados al consumo de estas plantas “demoniacas”, al punto de conseguir que muchos abandonaran este consumo.Es posible que Schultes no conociera bien el carácter fundamentalista de la Misión Nuevas Tribus —apenas tenía tres años de existencia— o que no objetara la idea de que la palabra de Dios llegara a todos los pueblos. A continuación presento un recuento histórico de las misiones protestantes en el Vaupés, sus métodos de trabajo y su impacto sobre la población indígena.
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