Se consideraba que los misioneros y, en general, las misiones, además de su función evangelizadora y civilizadora, debían cumplir el papel de asegurar la soberanía territorial colombiana. Desde estas perspectivas deberán, entonces, explicarse y comprenderse los esfuerzos que los gobiernos realizaron desde mediados del siglo xix y en las décadas iniciales del siglo xx para fomentar las misiones católicas y emprender otras acciones en esta región de frontera, la Amazonia: el ingreso de los capuchinos obedeció, entonces, explícita y estructuralmente a esas políticas de “civilización” e integración de nuevos brazos para el progreso material, lo mismo que a la incorporación y defensa del territorio.
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