En España, la intoxicación por monóxido de carbono (ICO) es la intoxicación por gases más frecuente. Su causa más habitual son los accidentes domésticos debidos a la combustión incompleta de gases en estufas, calentadores, calderas, braseros y otros, así como la inhalación del humo de los incendios donde la ICO, junto al cianuro, constituyen la principal causa de víctimas mortales. La capacidad tóxica del monóxido de carbono (CO) depende, esencialmente, de su unión a dos moléculas que contienen el grupo heme: la hemoglobina, que como resultado causa hipoxia anóxica y la mayor parte de la sintomatología aguda, y los citocromos de la cadena respiratoria mitocondrial, con el consiguiente bloqueo de la respiración celular y a la que se atribuye la sintomatología diferida que se produce en algunos pacientes. Los signos y síntomas más frecuentes son cefalea (96,9%), mareo (66,1%), náuseas (35,8%), inestabilidad a la marcha (32%), pérdida de conciencia (29,2%) y taquicardia (20%). Los niños, embarazadas, ancianos y pacientes con coronariopatía previa se consideran población de riesgo de afectación severa. La confirmación diagnóstica es analítica: determinación sanguínea de la hemoglobina ocupada por CO mediante una analítica o con un pulsioxímetro y/o la detección de CO en aire espirado. Ante la sospecha de ICO, se debe evitar la entrada de más CO en el organismo, y retirar a la víctima de la fuente de inhalación, con autoprotección del personal de rescate, asistencia y ventilación del local. Debe administrarse de inmediato oxígeno en condiciones normobáricas a la mayor concentración posible (mascarilla de alto flujo o al 100% si está intubado) ante cualquier diagnóstico de sospecha, sin esperar la confirmación analítica. Se discute en esta revisión el uso de oxígeno hiperbárico en la ICO.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados