El alma del poeta es como un río. El río se desliza cara al cielo. El río va reflejando el paisaje: criaturas del aire y de la tierra. Y las devuelve en su poesía, investidas de su más lujosa externidad, de su más brilladora condición. El paisaje, en esta poesía permanece exterior al poeta y al corazón del lector. Es eso exactamente: paisaje, contorno, naturaleza ornamental.
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