La conquista del Pacífico colombiano presenta escenas en extremo vigorosas. La odisea de Andagoya al arribar a Birú o Biruquete en 1522, contada y cantada por él mismo en la relación de los sucesos de Pedrarias-Dávila; la marcha de pizarro y almagro por tierras donde llueve y relampaguea todos los días hasta dar con Atacames, después de cuatro años de heroicos y dificultosos momentos, son hechos dignos de enumerarse y destacarse como que dan la medida de un mundo de espejismo, de acantilados y de olas, de grutas y túneles, de vientos y pantanos en cuyo centro el hombre de las riberas es un juguete del clima, de las plagas y las necesidades.
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