A medida que se fundamentan los Estados islámicos dentro de una fisonomía que pudiéramos llamar "nacional", se hace más premiosa para ellos la unidad islámica, como cosa de vida o muerte pero, a la inversa, esta unidad se aleja de sus posibilidades (en su fondo solo se oye "la santa voz del Profeta" como una corneta distante), a medida que la sociedad muslime penetra en el haber "nacional" y echa raíces más profundas en el aislante poder de los feudos.
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