La tarta a la crema consabida del centenario le toca ahora al autor de Las flores del mal. Era irremediable. Franceses o pakistaníes, intelectuales u hombres de negocios, todos, más o menos, nos vemos obligados a poner cara de circunstancia con tal motivo porque se trata de algo tan grave como la Gloria, el Genio de un tipo humano distinguido en el quehacer de nuestra especie irredenta. Sí, alguien con los mismos pulmones e iguales sistemas vascular y génito-urinario.
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