La irrefrenable vocación plástica de Rojas Herazo ha ido trabajando y apretando una obra de flagrante americanismo, que puede sacar verdadera la afirmación de que el arte necesita, fundamentalmente, tomar posesión apasionada de los objetos. Y en realidad, las telas de Rojas comportan una carga áspera que es la del sentimiento volcado de la manera más tremenda y total: me refiero desde luego al elemento pasión, al elemento vital, al golpe de sangre, en lo que se refiere a relaciones entre formas concebidas mentalmente y ejecutadas con color y con líneas.
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