Inaprehensible, indiferente más allá del bien y del mal, el viejo no solo ya escamotea las pistas sugeridas para su busca y captura por el tribunal internacional de críticos, filósofos de la cultura y periodistas, sino que confunde las propias leyes naturales biológicas desvirtuando su vigencia, estableciendo el estado de excepción a la inexorabilidad del tiempo. Detrás de los parapetos el viejo mago se oculta, reaparece y vuelve a desaparecer dejando luminarias y signos nuevos que protejen su ausencia, el margen justo de su interpretación.
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