El 18 de abril de 1883 entró en Paris Don Bosco, precedido de la fama de Taumaturgo que sus virtudes y milagros hechos, habían despertado, refiere el padre Lomoyne, después de renovar en torno suyo, en el trayecto de su viaje a través de la siempre católica Francia, las mismas escenas de devoto entusiasmo que había suscitado el cura de Ars. Las muchedumbres congregadas en la ciudad luz para oír a Don Bosco, hoy San Juan Bosco, eran inmensas.
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