Abolida la Carta de 1863, por lo que el presidente Núñez llamara "el curso de los acontecimientos", fue convocado, por decreto del 10 de septiembre de 1885, el Consejo Nacional de Delegatarios. No se creyó oportuno elegir por el voto popular el cuerpo constituyente. Se consideró más viable autorizar a los gobernadores de los Estados soberanos para que designaran, por cada uno, dos delegatarios: un liberal independiente y un conservador, para expedir la reforma constitucional.
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