Ahora tenemos que don Miguel era un pobre diablo, un mísero ente, todo inseguridad y a merced del primer viento, que, a las mil y una vueltas de su vida, escribió nada menos que el "Quijote" ¡El Cervantes de aquella España errabunda y a la intemperie, de aquella Iberia con vocación de alondra; una España que brotó en el planeta con la misión de quinta esencia las potencialidades fabulosas del gesto gallardo, como el de Ercilla en América, como los de Leiva y Oquendo en Inglaterra, como el de los soldados de los tercios de Italia!
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