Tuvo Bolívar, en los días de su voluntario destierro en Jamaica, muchos admiradores y amigos efectivos entre los extranjeros, especialmente ingleses, que, sin ser militares, lo ayudaban en sus prodigiosos empeños de libertad, que seguían con atención el proceso de la revolución de las colonias hispanoamericanas contra su metrópoli y le probaban esa admiración y cariño en la adversa fortuna, cuando momentáneamente vencido parecía condenado al fracaso.
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