Sí, realmente es la nuestra la más dura, anónima y dramática de todas las tareas : la de emplearnos a fondo -con nuestros huesos, con nuestra piel y con nuestro traje- en la misión de vivir. Poner los nervios, los cabellos y los sentidos frente a la luz. Estar en ellos. Moler los días y las noches en nosotros.
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