Don Pedro Téllez Girón, el gran duque de Osuna, vivió fuera de su tiempo. El y su amigo y consejero don Francisco Gómez de Quevedo y Villegas -el tétrico humorista de Los sueños, el enherbolado satírico de jácaras y donaires, el hondo moralista del Marco Bruto, el sobrecogedor poeta del tiempo y de la muerte- pertenecían espiritualmente a la generación del Emperador. Eran del linaje aguileño y caballeresco de Cortés y don Diego Hurtado de Mendoza, de Cetina, cantor de los ojos claros, y de Acuña, cantor del duro imperio, de Garcilaso, héroe entre lanzas y suspiros, de don Juan de Austria y don Álvaro de Bazán, navegantes por mares españoles, que lo eran entonces todos los del mundo, al compás de vientos imperiales y de versos del "divino" Herrera.
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