Siempre fue el hombre un ser calificado para la exaltación y el mito. Desde la época actual en que trata quizás de colmar el vacío de los dioses penates y lares con símbolos precarios, que van de las efímeras monarquías de belleza femenina a los reinados de todas las denominaciones y gremios, en una descendente escala de valores y formas, hasta su amanecer sobre la prehistoria, cuando en lucha vital con los elementos, a ellos levantó altares y les sacrificó lo mejor de sus cosechas y rebaños
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