Para tomar posesión del sillón de Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, debo pronunciar el discurso ritual. No he podido encontrarle un título, más ajustado a mi realidad individual, que el de "Palabras para excusarme de no ser un buen académico". Y con ello queda expresado mi reconocimiento, mi perplejidad ante el honor y mi compromiso en el futuro con este augusto recinto. Mis oyentes van a tener que perdonarme las referencias personales, las cuales son inevitables para indicar mis carencias.
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