Quizás nada deberíamos decir sobre una obra hecha con tan poco. Sobre esta delicada arquitectura erigida con endebles papeles y frágiles atributos, construida con lo que sobra de cualquier contienda del espíritu o con los restos de todas las cosas, si es que algo queda después de todo.
Los papeles de Laura Gherardi: prendas de vestir a medio vestir, como sábanas tendidas que el viento zarandea y eleva en volandas hacia ninguna parte.
Por la mañana, junto a tu mesa de trabajo, con tus tijeras y tu gorro de inverno, la luz se ha cristalizado en diminutos copos de nieve, en cien partículas de un blanco roto, en cien manchas de un color inapresable.
Laura Gherardi arropada con la armadura del dragón. Vestida con los atributos de una amazona.
Los papeles de Laura, llenos de manchas, arrugas, partículas solares. Maculaturas, lo mismo que cicatrices horadando la piel que aún nos pertenece.
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