Después del 11 de septiembre del 2001, los estadounidenses descubrieron para su sorpresa cuán negativamente eran percibidos en el mundo islámico, y no sólo por los terroristas. Mientras que el presidente de Estado Unidos George W. Bush ha intentado descargar las culpas en un simplista "odio a nuestras libertades", numerosas encuestas han indicado que el odio se dirige hacia causas más específicas.
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