La economía mundial crece a través de la libre circulación de bienes, servicios, personas e ideas. Sin embargo, durante los últimos años, los terroristas han explotado los medios globales que hoy representan el núcleo vital de la economía y han logrado, de este modo, que sus actividades en torno a la generación de violencia constituyan una nueva clase de empresa transnacional. Como resultado, los motores de la globalización -sus redes de transporte, finanzas y producción, sus centros más poblados y sus sedes de gobierno- se han convertido en blanco atractivos.
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