Mozambique inicia en 1992 un proceso de reformas educativas que suponen un cambio de paradigma desde las tesis socialistas al planteamiento educativo neoliberal. Esta opción ha permitido acceder a la ayuda de los donantes e iniciar el camino de reconstrucción post-bélica tras años de guerra civil. La política educativa ha adoptado desde entonces los planteamientos pedagógicos, organizativos y curriculares que emanan de los organismos de Naciones Unidas y del Banco Mundial. Los progresos en estas metas, sin embargo, no pueden ocultar la dificultad para conseguir una educación pertinente y equitativa que permita la promoción social de los colectivos más vulnerables. Este artículo argumenta la falacia de un modelo educativo que sirve más para legitimar y dar credibilidad a las autoridades ante la comunidad internacional que para promover el desarrollo social, y plantea que el cambio hacia políticas educativas inclusivas y participativas sólo será posible desde el fortalecimiento de la sociedad civil.
Mozambique began in 1992 a process of educational reforms that represents a paradigm shift from socialist theses to a neo-liberal approach to education. That option has enabled access to the support of donors and begin the path of post-war reconstruction after years of civil war.
Since then, education policy has adopted the pedagogical, organizational and curricular approaches emanating from agencies of the United Nations and the World Bank. However, progress on these goals cannot hide the difficulty to achieve an appropriate and equitable education that allows the social promotion of the most vulnerable groups. This paper argues the fallacy of an educational model that serves more to legitimize and give credibility to the authorities before the international community that to promote social development, and shows that the shift to inclusive and participatory educational policies will only be possible with the strengthening of civil society.
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