Este artículo muestra cómo el principio de relatividad era ya conocido y estudiado en el Siglo de Oro y cómo Cervantes estaba suficientemente familiarizado con el concepto como así lo demuestran las referencias al mismo en Don Quijote. La percepción inconsistente del tiempo en la cueva de Montesinos, la distancia recorrida en el Barco Encantado y la velocidad en el vuelo a lomos de Clavileño comparten una interesante peculiaridad: dichas aventuras hacen referencia al principio de la relatividad ya examinado por Nicolás Copérnico en el siglo XVI, estudiado por Galileo Galilei y Johannes Kepler a principios del XVII, y finalmente confirmado con exactitud científica por Albert Einstein. En las aventuras analizadas en este estudio, las percepciones de Don Quijote y Sancho del tiempo, el espacio y la velocidad son bastante imprecisas y a menudo disparatadas a pesar de que ambos las viven simultáneamente. Todo ello provoca discrepancias en cuanto a quién vio qué, dónde y cuándo se vio y cuál fue la duración de la experiencia. El principio de la relatividad explicaría por tanto las diferentes versiones de un mismo hecho así como la acertada interpretación cervantina de la mutabilidad y la maleabilidad del espacio, la velocidad y el tiempo.
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