Un accidentado camino se ha recorrido desde la firma del Protocolo de Kyoto. La proximidad de su término, la alarmanterealidad del cambio climático y fracasadas experiencias prepa-ratorias, condujeron a que la cumbre de Copenhague reunieralas expectativas de una creciente comunidad internacional cada día más ansiosa por medidas de carácter vinculante, más enérgicas y responsables sobre este evento de significativatrascendencia para el futuro de la humanidad. Pero, más allá delas esperanzas y el millonario despliegue organizado por laConvención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la cumbre reveló que en el juego, las agendas y prioridades de algunos importantes actores trascienden la voluntad de muchosotros. El presente artículo presenta una mirada al interior de la conferencia realizada en la capital danesa, ilustrando la posición peruana y señalando algunos comentarios finales.
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