Todo el derecho viene siendo objeto de importantes transformaciones, a fin de adecuarse a las exigencias de la vida actual. En cuanto a sus fines viene cumpliendo la premonición de Josserand, de hacer de la defensa del débil una de sus constantes preocupaciones y su fin predilecto. Para llegar a tales propósitos ha sido necesaria la desmitificación de los viejos postulados donde encontraba su justificación. Tal vez, en el área del derecho privado, concretamente en los contratos, es donde más se ha urgido la transformación y donde más resistencia ha tenido. Mucho se habla de la crisis del contrato, de su falta de vigencia, de su decadencia, pero los postulados de la vieja escuela aún continúan sobervios e imperantes. Observemos brevemente de donde venimos y hacia donde vamos en la teoría del contrato. (…)
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